Publicación: La mala letra. Papeles de Alberto Greco.
En los dibujos que realizó en Madrid y Piedralaves entre 1963 y 1964, Alberto Greco combinó fragmentos y restos heterogéneos de imágenes y textos que involucran y hacen pulsar temporalidades antagónicas.
Concibió sus obras, en palabras de Antonio Saura, como “un diario de adiciones y de superposiciones, como obedeciendo a un sismógrafo interior”. El trazo de tinta prolifera en estos dibujos en apretados grafismos que se anudan, por momentos, en letra ilegible y rabiosa, en texto indescifrable. Deviene escritura manuscrita, mancha, huella, tachadura, garabato. La “mala letra” traiciona la correcta caligrafía que se moldea a través de toda una pedagogía disciplinaria del cuerpo y de la mano. Una mala escritura cuyo flujo -inconstante, torcido- obedece a las intensidades del cuerpo, a la experiencia de la deriva en la ciudad.
Los personajes de las obras de Greco cruzan lo teratológico y lo pornográfico. El cuerpo, abierto, se muestra a la vez como penetrable y penetrante, en imágenes que remiten a los grafitis obscenos de las paredes de los baños públicos, lugares de “levante” homosexual que Greco frecuentaba y firmaba, como refiere en una sintética cronología de sus acciones de arte vivo incluida en su Gran manifiesto-rollo arte Vivo-Dito. Greco “mancha” el dibujo con el tráfico indecoroso de los signos de una sexualidad promiscua y sancionada como vergonzante, que se negocia en la semiclandestinidad del baño. “Dandy lumpen”, como lo llamó Diego Trerotola, y flâneur puto, Greco hace del deambular en la ciudad, de la errancia del cuerpo que descentra los órdenes disciplinarios del trazado urbano en el tiempo “perdido” del callejeo, una estrategia que atraviesa su obra. El collage y el montaje interrumpen la continuidad del dibujo con las marcas de la deriva en la ciudad, espaciando el texto y la imagen. Greco introduce múltiples referencias a la publicidad urbana y a la prensa gráfica, a la cultura popular y a medios masivos como el cómic, la novela romántica o el cine: letras de tangos o pasodobles, referencias a los hermanos Marx o a personajes de dibujos animados, junto con fragmentos de conversaciones o relatos de sus andanzas en la urbe y tipografías que remiten a los letreros de publicidad en muros y escaparates de tiendas.
La escritura diagrama un dispositivo nómade que trafica y descentra registros e intensidades de la palabra que pasan de la narración ficcional al relato autobiográfico, de la poesía a la conversación, de la carta al manifiesto. Sus textos tienden al exceso y a la desmesura, al melodrama y al camp, a la anécdota escatológica y al relato fuera de lugar. Greco dispersó la escritura en sus dibujos, donde incluyó anotaciones e ideas en proceso que en algunos casos pueden leerse en diálogo con sus textos literarios. Como soportes utilizó rollos, cuadernos, blocs. En Madrid, en 1963, escribió su “relato policial” Guillotine murió guillotinado en un bloc, entrecruzando la ficción con referencias biográficas. Los personajes del texto son las personas con las que convivía o a las que frecuentaba cotidianamente. Guillotine toma como punto de partida el magnicidio del presidente estadounidense J. F. Kennedy en noviembre de 1963 -episodio en torno al cual Greco produjo una serie de pinturas y collages- así como la referencia al asesinato de su asesino, Lee Harvey Oswald, mientras era trasladado a prisión. En los apuntes del relato policial de Greco, el personaje de Alberto quiere matar a Torrente, pero es este quien lo asesina de un disparo en una escena que resulta televisada, superpuesta a la noticia del asesinato de Oswald. Es posible aproximarse a Guillotine desde el procedimiento de montaje con que Greco compone sus dibujos. El collage introduce cortes y discontinuidades en la escritura, la trama se demora entre anécdotas de las andanzas de Greco en Madrid, diálogos por momentos absurdos y referencias al mismo proceso de escritura del texto en el que está trabajando. Hacia el final, en una conversación con Brigitte, Alberto se queja de su dificultad para concluir su relato:
– Guillotín soy yo… – Al fin Gonzalo ha insistido tanto en que termines el cuento, que acabarás muriendo. – Pero… no es él el que va a morir? – Claro. – Pero ¿cómo se lo mata? ¡Estoy harto! El día que llegué a esta casa ¿Te acuerdas Brigitte? […] le dije a Gonzalo quiero escribir un cuento policial y tu harás la ilustración antes de leerlo… entonces yo subí a mi cuarto. ¡No puedo más me harta escribir! Y empecé a escribir sin saber que poner lo que yo sentía en ese momento… tratando de agregar elementos policíacos… la verdad es que nunca leí un cuento los de Gonzalo ni los de nadie ni una novela policíaca o de suspenso. Se que el mejor es Simenon pero nunca lo leí… lo ojeé algo en casa de Doña Maura y nadas [sic] mas… […] Estaba bien hecho pero no lo seguí, me es imposible concentrarme…
Durante el verano español de 1963, Greco pasó una temporada en Piedralaves, localidad situada en la provincia de Ávila. “Villa Grequissimo” o “el Grequissimo Piedralaves”, como solía llamar al lugar, fue el escenario en el que realizó una serie de vivo-dito que fue documentada por la fotógrafa Montserrat Santamaría. Greco había iniciado sus acciones de arte vivo en 1962, en las calles de París, señalando y firmando personas, objetos y situaciones con un círculo de tiza. De paso por la ciudad de Génova, en julio de ese mismo año, acuñó el concepto de vivo-dito y empapeló varios muros con un afiche, impreso en italiano, con su “Manifiesto Dito dell’Arte Vivo”: “El arte vivo es la aventura de lo real. El artista enseñará a ver no con el cuadro sino con el dedo. Enseñará a ver nuevamente aquello que sucede en la calle […] Deberíamos meternos en contacto directo con los elementos vivos de nuestra realidad: movimiento, tiempo, gente, conversaciones, olores, rumores, lugares, situaciones”. Greco multiplicó el gesto insubordinado del vivo-dito en cada ciudad que visitó, en Roma, Madrid, Buenos Aires, Nueva York. En Piedralaves también confeccionó su Gran manifiesto-rollo arte Vivo-Dito, un extenso rollo de papel de cerca de 300 metros de largo por 10 centímetros de ancho, que desplegó en las calles en diferentes señalamientos, en ocasiones con la colaboración de la gente del lugar. Como en los dibujos que realizó entonces, el Gran manifiesto-rollo, que Greco fue interviniendo y escribiendo con el discurrir de sus acciones en Piedralaves, combina el collage de fotografías e imágenes publicitarias, dibujos en tinta, letras de tango, relatos autobiográficos, anotaciones sobre el Vivo-Dito y fragmentos de cartas y conversaciones. Uno de sus textos anuncia: “Greco aclara y explica su actuación en Cristo 63 / Tómbolas / Tangos / Crimen / Historietas / Recetas / Correspondencia familiar”.
La referencia a las tómbolas está presente en varias obras. Greco era un entusiasta y asiduo participante de los juegos de tómbola de las ferias populares de Madrid y Piedralaves e inspirado en ellas proyectó en 1963 una exposición, que nunca llegó a concretar. Recortó algunos de sus dibujos y colocó los fragmentos en sobres de papel. En el frente, escribió diferentes leyendas que, como en las rifas y tómbolas populares, anunciaban un contenido “sorpresa”: “Siempre con la noticia de último momento le informará Greco. Revise su interior”, “Cada sobre con un recuerdo firmado”, “Toda su familia lo envidiará por tener este Greco legítimo”, “Sobre sorpresa. Revise su interior”. Greco pretendía convertir su exposición en una tómbola, afectando los órdenes institucionales del arte con las dinámicas de la calle y la feria popular.
La tómbola también se encuentra aludida en los números que Greco dibujó en sus tintas y collages de 1963 y 1964. Greco parece componer sus dibujos por episodios, como si se trataran del borrador de una novela, pero también como las páginas desordenadas de una libreta de notas. Como en sus blocs de apuntes, los dibujos de Greco registran un temblor de la escritura que se garabatea con el cuerpo. Sus obras son también constelaciones, cartografías erráticas, mapas secretos para deambular por la ciudad.
Fernando Davis
[1] Antonio Saura, “Glosa con cuatro recuerdos”, Greco, Buenos Aires, Museo Nacional de Bellas Artes, 1992, p. 19.
[2] Diego Trerotola, “El pintor de los baños”, Página/12, Suplemento Soy, 29 de julio de 2011.
[3] Su amigo Adolfo Estrada, Ada Barrier y su esposo Carlos Mazar, Doña Maura, propietaria de la casa de Piedralaves donde Greco se estableció una temporada, Manolito, mozo del café Gijón, Gonzalo Torrente Malvido (hijo) y su esposa Brigitte, entre otros.
[4] Agradezco a Paula Pellejero por compartir su investigación sobre este poco conocido proyecto de Greco.