texto curatorial
Luciana Levinton ha creado un cuerpo de trabajo cuya estética es moderna en su precisión, audaz y hermética, inmediatamente atractiva y desconcertantemente impasible. La fascinación de las estructuras se destaca por el uso de formas y diagonales cuidadosamente construidas que crean espacios armoniosos con elegante sencillez.
Las líneas verticales, diagonales y fuertes sombras eléctricas crean un conciso e intenso drama en sus pinturas de gran formato, que, a su vez, presenta formas de sobrias siluetas llenas de transiciones tonales de color. Configuraciones espaciales están registradas en las obras de Levinton con sintetismo extremo y fácilmente leídas como abstracciones puras, lo que sugiere un interés en tal expresión a través de un punto de vista cinematográfico, a menudo presentado por ella con construidos enfoques.
Combinando la excitante arquitectura con tal poderosa disposición, sus composiciones son suficientemente puras para crear obras de abstracta sensibilidad lumínica; sin embargo, son completamente permeables a un significado poético. En sus grandes lienzos, coordenadas espaciales se pierden y con ellas la certeza del objeto de la mirada, mientras dejamos ir las convicciones dimensionales para crear un nuevo espacio posible. La percepción de la escala alterada abre posibilidades de indefinidas interpretaciones.
Las composiciones de Levinton, que no son obvios tributos reconocibles a las arquitecturas que actuaron como disparador, son también entidades que existen por sí mismas, con una lógica interna. Esta lógica, que no es necesariamente realista, es movilizadora y absolutamente fascinante por sus propios méritos y llega al espectador con una mezcla muy personal de frescura y potencia, establecida entre lo poético y lo documental.
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